17 de agosto de 2012

Amigos hoy, extraños mañana

La entrada de hoy va dedicada a todas esas veces que, sin motivo aparente, nos da por echar la vista atrás y acordarnos de lo que tuvimos una vez que ya no está. Es normal que la vida cambie, que la gente avance y cada cual siga sus caminos, poca gente mantiene amistades de cuando eran pequeños, pero... aún así no podemos evitar, al menos yo no puedo, ponernos melancólicos alguna vez y tratar de pensar en qué fue mal, qué cambió, qué pasó para que esa gente que alguna vez significó algo en tu vida (y presumiblemente tú significaste algo en la suya) hayan desaparecido de tu presente.

Hay una frase que dice algo así como "no eches en falta gente de tu pasado, si no están en tu presente es por algo", y lleva razón pero aún así hay veces que tras un tiempo vuelves a cruzarte con ellos y ahí es donde vienen las rayadas. Sobre todo cuando ves gente con la que solías ser muy buenos amigos que ahora ni te miran, ni te hablan, no les importas en absoluto. Es peor que ser un extraño, al fin y al cabo con un extraño podría tener interés en entablar una conversación y hacerse amigos, pero contigo no. No te conoce, pero sí te conoce. Sabe que eres tú, sabe lo que pasó, y sabe que ya no quiere nada contigo.

Duele.

En mi vida hay muchas cosas que duelen, soy demasiado sensible y toda una experta en rayarme por cualquier cosa. Me encariño demasiado fácil y rápido de la gente, y por algún estúpido motivo suelo esperar lo mismo de ellos, pero no es así. Obviamente. La gente es muy distinta y es imposible caerle bien a todo el mundo, ser la mejor amiga de todo el mundo. No se puede. Y debería haber escarmentado ya, que tengo una edad y muchos tropezones me he dado en la vida, pero sigo teniendo noches como las de hoy en las que me pregunto qué fue mal, qué habría pasado si hubiésemos mantenido el contacto, qué cambió en nosotros para que las cosas salieran así...

Esto a su vez me hace pensar en la gente que tengo ahora, y en lo efímera que puede ser. Me encariño con la gente aún sabiendo que probablemente se vayan a ir, al igual que los demás. No escarmiento.

Amigos hoy, extraños mañana.

14 de agosto de 2012

Vivir con miedo

Antes de nada he de decir que esta entrada no la escribo para victimizarme ni dar pena en ningún momento, de hecho ni siquiera considero que sea merecedora de pena ya que mi vida, afortunadamente, es mucho más cómoda que la de otra gente. Solo lo escribo porque, como ya dije, quiero usar este blog para desahogarme y soltar esas pequeñas cosas de mi interior que a veces pesan demasiado como para guardarlas todas. Una vez dicho esto, allá va.

Cada persona por dentro es un mundo, pero creo que solamente alguien que haya pasado por según qué cosas puede sentirse de según qué formas. Yo por desgracia, o por fortuna, según se mire, he pasado por bastantes malos tragos, algunos casi dignos de convertirse en traumas, pero me gusta creer que tengo suficiente fortaleza interior como para superarlo todo y aprender de ello. Sin embargo, a pesar de que conscientemente no dejo que me afecten las cosas, internamente tengo un problema serio, y es la ansiedad.

Hace unos años empecé a sentir que me encontraba mal a todas horas, me mareaba sin motivo aparente, se me aceleraba el corazón, y llegaba a niveles de lo que propiamente se llama ataque de ansiedad, e incluso de pánico en ocasiones. Para aquellos que nunca hayáis tenido uno, es lo más parecido a sentir que te estás muriendo. Fue una época bastante horrible en la que perdí toda gana de vivir y solo con ayuda de mi madre y unos cuantos médicos logré mentalizarme de que estaba todo en mi cabeza, y de ahí ir saliendo poco a poco del agujero. Sin embargo, a pesar de que han pasado muchos años ya, mi ansiedad se ha vuelto crónica y aunque la sé controlar y ya no me dan ataques fácilmente sigue siendo algo que condiciona mucho mi vida.

Es el hecho de vivir siempre nerviosa, siempre con miedo, siempre con ganas de huir. Es terrible ver como otra gente hace cosas de forma natural y yo soy incapaz de hacerlas por el mareo y el malestar que me da la ansiedad al intentarlo. Y lo peor de todo es que no sé cómo solucionarlo. Intento mentalizarme, intento ignorarla y seguir adelante, intento incluso tomar valerianas y tilas y otro tipo de relajantes vegetales para paliarla un poco (tengo también químicos pero esos son muy bestias y prefiero tomarlos lo menos posible) pero aún así me cuesta mucho. Tengo esa sombra detrás mio todo el tiempo que me come la cabeza, que me grita todo el rato que corra, que me esconda, que me hace sospechar de todo el mundo, que me hace sentirme un estorbo, que me quita las ganas de sonreir.

Soy afortunada al tener a mi lado a gente valiosísima que me da cada día motivos para sonreir, pero me duele tanto pensar que tienen que aguantarme cada día, que tienen que llevar esto conmigo y encima con una sonrisa para no hacerme sentir peor... Me duele, por un lado no quiero cargar con esta maldición a nadie más, pero por otro no creo que pudiera superarlo yo sola.

Estoy empezando a contemplar la posibilidad de ir a psicólogos, pero no he tenido buenas experiencias en el pasado con ellos y además son bastante caros y no está el horno para bollos. Así que... intentaré seguir con la cabeza alta e intentando acallar a esa sombra que me reconcome cada día, ya que en el fondo sé que está todo en mi cabeza y que no es real, por mucho que duela.

Algún día estoy segura de que lo superaré.
Algún día.